lunes, 30 de julio de 2007

Intifada

Desde inicios del siglo XX, toda la política de los dirigentes sionistas -y, muy en particular, la de Haim Weizmann- estuvo orientada a negociar con las potencias colonialistas la obtención de una autonomía para la importante población judía en proceso de asentamiento en Palestina, fragmento territorial del Imperio Otomano bajo protectorado británico.
La “Declaración Balfour” del 2 de noviembre de 1917 es la primera expresión de esas negociaciones. Simultáneamente, Weizmann negoció acuerdos con el rey Feysal de Arabia, más tarde prolongados en las conversaciones con Abdallah de Jordania. El objetivo fue la obtención de una mínima nación judía soberana coexistente con su contexto árabe.
A partir de 1920, las relaciones entre los dirigentes sionistas y la Administración británica en Palestina se deterioró por la prohibición británica de nuevas emigraciones judías, y los judíos palestinos -tras los importantes pogromos promovidos por la población árabe y tolerados por los británicos en 1929 y 1936- pasaron a estructurarse en organizaciones de autodefensa.
La Segunda Guerra Mundial y la explícita alineación del "muftí" de Jerusalén en favor de Adolf Hitler lanzaron a la población judía hacia la transformación de esas organizaciones de autodefensa en grupos armados que dibujarían el núcleo del futuro ejército israelí: “Irgún”, “Stern” y, sobre todo, “Palmach” (Ejército popular) y “Haganah” (Ejército de defensa). Tras el fin de la Guerra Mundial y bajo el trauma del holocausto nazi, fue inevitable la lucha armada contra la Administración británica: son las tesis del llamamiento del año 1946 de la Conferencia Sionista Mundial para la resistencia contra el “Libro Blanco” británico de 1939. Fue el comienzo de la guerra en Palestina.
Bajo ese doble eje (deuda histórica hacia una población exterminada en los campos de concentración y riesgo permanente de guerra civil en Palestina), la ONU buscó desesperadamente una salida razonable para la “cuestión judía”. Eran ya casi seiscientos mil los judíos instalados en “tierra santa” y la tendencia migratoria continuaba.
Un primer plan de partición sería esbozado en 1946, y luego modificado en 1947. La formación de dos Estados, uno árabe y otro judío, sobre la antigua Palestina otomana fue aprobada por la Asamblea General de la ONU el 14 de mayo de 1948.
En su redacción final, la resolución de la ONU fue poco favorable para los intereses judíos. Aunque concedió la existencia de un Estado israelí, no es menos cierto que los territorios eran escasos y pobres y las fronteras indefendibles. Basta echar una ojeada al mapa trazado por el plan en 1947 para captar las pocas posibilidades de sobrevivir que tenía un Estado israelí, dividido en dos fragmentos entrecruzados de adversarios.

Ben Gurión aceptó, sin embargo, de inmediato los términos de la resolución y proclamó la independencia de Israel. La Liga Árabe los rechazó de plano y llamó a la guerra santa. La primera guerra árabe-israelí había comenzado. Y, con ella, la tragedia del pueblo palestino …
Tras dos Intifadas (agitación; levantamiento), el pueblo palestino sigue sufriendo la tiranía del Estado israelí, estado apoyado abiertamente por Estados Unidos, esto se debe principalmente a la cantidad de multinacionales en manos sionistas que tienen su sede central en EEUU, añadiendo además un claro interés de control en la zona del Próximo Oriente, una zona en la que se conectan importantes vías comerciales.

Israel es un estado colaboracionista con el Imperio capitalista de los Estados Unidos, que persigue imponer su sistema económico sobre la máxima extensión posible del planeta a costa de millones de vidas, condenando a millones de personas al hambre, a una vida de desesperación …

Es Estados Unidos quien proporciona armamento a Israel, y es este último el brazo ejecutor que mata y oprime a los palestinos, gente que debe sufrir humillaciones casi a diario para acudir a sus puestos de trabajo (situados en territorio israelí) al ser cacheados como delincuentes por agentes de seguridad (militares mayoritariamente), al estar cercados con un muro de hormigón … al sufrir la amenaza de los cazas y helicópteros de fabricación estadounidense dirigidos por Israel, o de los francotiradores apostados en las torres de vigilancia situadas alrededor de las ciudades palestinas …
Son los intereses de Estados Unidos los que provocan estos derramamientos de sangre, la diferencia de credos religiosos no es más que una excusa para iniciar el conflicto de Oriente Próximo.

Estados Unidos como la potencia capitalista e imperialista que es, intenta tener el control absoluto del ámbito del próximo Oriente de debido a que por esa zona pasan los principales oleoductos que provienen de la península arábiga. Además así se asegura que él y sus aliados europeos tengan sus remesas de oro negro sin demoras, evitando las subidas desorbitadas de la preciada materia prima.

Así pues, el conflicto árabe-israelí no es de carácter religioso, si no económico, un ejemplo más de que en este mundo importan más unos pedazos de papel verde que las vidas de miles, e incluso millones, de personas. El capitalismo nos demuestra una vez más que es una máquina capaz de destruir millones de vidas humanas sin compasión alguna, que este mundo esta gobernado por unos pocos a los que poco les importa que se mate indiscriminadamente a cientos de familias en sus hogares, o a trabajadores acudiendo a su puesto de trabajo tras un muro de hormigón levantado por el que un día fue denominado “el pueblo elegido” y que más tarde fue acusado de matar a cristo en la cruz y de propagar la peste por la Europa medieval, ese pueblo que una vez sufrió uno de los mayores exterminios étnicos de la historia y que ahora parece sufrir amnesia de lo que es el terror y la persecución.

Ese pueblo que durante miles de años ha sufrido una persecución casi sin cansancio ahora ha dejado de ser la victima pasando a ser depredador, el brazo armado de un Imperio de horror, hambre, destrucción, guerra … Ellos son los verdaderos terroristas, un terrorismo de estado permitido por la comunidad internacional. Apoyado por Estados Unidos en su supuesta lucha por la libertad y contra el terrorismo.

No con tildar a Israel y a Estados Unidos de naciones terroristas justifico las acciones de los grupos integristas islámicos, pero debemos llamar a las cosas por su nombre, y las acciones de ambos estados es terrorismo legal.

Palestina tiene todo su derecho a luchar por la liberación de sus gentes de esa opresión que les subyuga ya desde hace muchos años, condenando la vida de miles de personas a una sensación de miedo; miedo por no saber si volverán a sus casas junto a sus familias cada vez que salen a trabajar, miedo cada vez que acuden a la escuela, miedo cada vez que salen a la calle …
Acabemos con este imperio de terror, no colaboremos con sus multinacionales, las verdaderas dueñas de este planeta. Hagamos un boicot a su sistema capitalista, día a día la clase trabajadora ha de ir conquistando un mundo sin fronteras ni odios patrios o raciales … Llegará la noche en que amanezca un nuevo sol, el sol de la anarquía.

"Hay cientos de historias como ésta que ningún fabulador por perverso que fuese podría urdir mejor.

Un muchacho soñó que ponía una bomba y al día siguiente lo contó a sus amigos.No conozco su nombre pero sigue en la cárcel.

Hasta soñar está prohibido en Palestina."

(Ángel Petisme)



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