domingo, 13 de enero de 2008

A la lucha de la Clase Obrera





Cuando Ronald Reagan habló del “Imperio del Mal” por primera vez a principios de los años 80’s, refiriéndose al bloque soviético y a todos los países que se enfrentaban al control yanqui, continuaba con la tradición de imponer la libertad que desde su creación ha tenido su “Imperio del Bien”.Si miramos atrás en el tiempo y nos ponemos sólo a enumerar los países con gobiernos soberanos en los que el capitalismo yanqui (con consentimiento europeo) ha entrado arrasando (por la fuerza militar, con el trabajo oculto de la CIA o ambas), necesitaríamos varios panfletos como este, sólo, repetimos, para citar todos los casos.

Este dominio imperialista tiene sus raíces en las necesidades que tiene el capitalismo de buscar constantemente nuevos mercados en los que establecerse, nuevos pueblos a los que expoliar, nuevos recursos naturales que robar con cualquier excusa barata.

Para comprobar las consecuencias del capitalismo no nos hace falta irnos muy lejos. En el Estado español fácilmente nos encontramos con el control social y la represión a los movimientos sociales de izquierdas. Es fácil ver la repulsa que producen las alternativas revolucionarias anticapitalistas si nos fijamos en el abanico reaccionario que va desde la Monarquía y que llega hasta los grupos de nazis, pasando por la Ley de partidos, las torturas policiales, el régimen F.I.E.S., la dispersión de presos políticos, la ley antiterrorista, y un largo etcétera.

El capitalismo se protege a sí mismo y las consecuencias no sólo la sufren las personas de ideología anticapitalista y antifascista. Los y las obreras sin conciencia política revolucionaria o con ella también sufrimos en nuestras espaldas el peso del capitalismo. Este es el capitalismo que nos hace perder la confianza los representantes “legítimos” de esta “democracia” (los índices de interés general en la política rozan mínimos antidemocráticos), que nos impide tener una vivienda digna sin tener que vivir en régimen de semiesclavitud, que nos obliga a tener trabajos precarios en sueldo y condiciones y que como colmo a nuestras penurias nos enfrenta a los trabajadores de otras razas, que legítimamente buscan un futuro para sus familias en una economía más próspera .

Pese a todos sus esfuerzos por evitarlo, el capitalismo se resquebraja por su propia dinámica devoradora. Los ciclos de bonanza económica llegan a su fin y en las principales economías del mundo se adivina un futuro incierto. Se acerca nuestra hora.

Este escrito quiero dedicárselo a todas las personas que han entregado y entregan sus esfuerzos y sus vidas para luchar contra la represión, las agresiones y los abusos que sufre la clase obrera en todo el mundo.

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