Lacras del siglo XXI: La trata de blancas

Cientos de miles de mujeres jóvenes del norte de África, los Balcanes y Europa oriental terminan como esclavas sexuales en las grandes ciudades de todo el mundo cada año, un problema alimentado por la corrupción y la falta de políticas que estén dispuestas a acabar de forma tajante con ello.

Estas víctimas son despojadas de todos sus derechos por los traficantes de personas, que las trasladan bajo con promesas de trabajo y luego las obligan, en muchos casos bajo amenaza de muerte, a ofrecer su cuerpo en prostíbulos o en la pornografía. La mayoría de las víctimas son mujeres jóvenes, pero también hay niños y niñas explotados sexualmente y obligados a traficar drogas.

El Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (Unicef) calcula que entre 10 y 30 por ciento de todas las víctimas de esclavitud sexual procedentes de Europa oriental son niños y niñas. La Organización de las Naciones Unidas (ONU) hace una distinción entre trata de personas y tráfico de migrantes.

”El tráfico de migrantes, con frecuencia realizado en condiciones peligrosas y degradantes, involucra a personas que consienten en ser trasladadas por los traficantes. Pero en la trata de personas, aunque las víctimas hayan dado su consentimiento al principio, éste siempre es obtenido por medio del engaño y la coerción”, explica la ONU en un estudio. Otra importante diferencia es que el tráfico de migrantes cesa con la llegada de éstos a su destino, en tanto que la trata de personas implica una explotación continua de las víctimas.

Se estima que la trata de personas genera miles de millones de dólares para los traficantes. Este negocio prospera gracias a la corrupción que se da entre las autoridades, las cuales miran hacia otro lado ante este dantesco fenómeno. La criminalización y la persecución a la que son sometidas estas personas no es, en ningún caso equiparable, a la que son sometidas las mafias que se enriquecen a costa de ellas, las cuales actúan impunemente por nuestras ciudades.
Este fenómeno se ve fomentado por la desigualdad, aun existente en nuestra sociedad, entre ambos sexos, así como la supervivencia de una sociedad en la que aun prima el patriarcado así como otros valores machistas.

La trata de blancas no finalizará hasta que no cese la corrupción así como los intereses capitalistas de determinados sectores de la sociedad dispuestos a enriquecerse con el sufrimiento y la privación de toda libertad de otras personas.