domingo, 9 de septiembre de 2007

11-IX-01




Aquel 11 de Septiembre será difícil de olvidar para millones de personas de todo el mundo que quedaron petrificadas en las pantallas de televisión al comprobar una vez más la tragedia del terrorismo.

Todos conocemos esta historia y qué desenlace tuvo. Casi como un rumor, la idea de que la guerra en Medio Oriente fue causada por ambiciones petrolíferas se empezó a colar en nuestro inconsciente. Y ahora no hay, prácticamente, dudas.
Y los minutos de luto mundiales y las palabras del presidente Bush tuvieron su cometido. De a poco, la historia oficial de los acontecimientos cobró forma y sustancia. Y ya nadie se inquiere qué pasó realmente aquel fatídico día. La imagen tenebrosa de un fanático de rostro enjuto y mirada penetrante se nos ha hincado en nuestras cabezas con pérfida nitidez. Con tanta fuerza como que los medios la alimentaron.

Como todos sabemos, dos aviones comerciales impactan contra la fachada del World Trade Center (WTC) en las Torres Gemelas. Luego, las noticias advierten de muchos vuelos más siniestrados. Y uno de ellos, según la “versión oficial”, se estrella en las mismísimas fauces del Pentágono, el edificio más protegido del mundo. En Pennsylvania, otro Boeing 757 es derribado por la misma tripulación que, en un acto heroico, toman los controles y evitan una catástrofe mayor …
Las paradojas empiezan al estudiar atentamente el vuelo siniestrado en el Pentágono. Allí, no sólo los avezados terroristas pudieron hacerse con los mandos del vuelo y estrellarlo contra una delicada fachada de los primeros pisos del edificio (cuando hubiera sido más sencillo hacerlo sobre el raso y no tan ceñido al suelo) sino que, encima, violaron uno de los más complejos emblemas militares del planeta, el corazón de Washington y el mundo.

Y para hacerlo evadieron el sistema sofisticado de radar del lugar, y la artillería que, en caso de violación del espacio aéreo entra automáticamente en funcionamiento. Lo hicieron, y con tan buen tino, que de los cinco anillos que conforman este lugar, impactaron y destrozaron sólo uno. La zona afectada en el Pentágono era de un tamaño muy reducido teniendo en cuenta el tamaño de un avión comercial …
Analicemos los acontecimientos en las Torres Gemelas; Primeramente debo destacar que tardaron 30 valiosos minutos en dar la alarma del secuestro del Boeing al Norad. Esto, es obvio, pudo evitar la catástrofe. Los cazas, avezados en estos menesteres, hubieran desviado de mil formas diferentes el objetivo de los secuestradores. Pero, como digo, no ocurrió. Y a las 08:46 hs el Boeing 167 destrozaba una de las Torres Gemelas.

Pues bien. Puede ser entendible, y hasta cierto punto “disculpable”, la negligencia de los controladores aéreos y el Norad en cuanto al primer impacto. Pero no en cuanto al segundo. Y me explico.

Nos enfrentamos a un segundo avión que se dirigía a la Torre Sur del WTC. Dos F-15, cuya velocidad puede llegar a 3000 km/h, se lanzan a la detención del segundo vuelo. 10 minutos después, el inminente impacto no puede ser evitado.

Y sin embargo, como calcularon los expertos, estos bólidos pudieron alcanzar su objetivo en seis minutos. ¿Qué pasó? Parece que lo mismo que en el Pentágono, lo deducible...

Porque, según el Norad, abrazado a la “versión oficial”, aquel segundo vuelo tomado fue detectado a las 08:43 hs. A las 08:46 hs parten los F-15 de la base de Otis (alojada a 250 km de la ciudad). Y aun en vuelo, a las 08:52 hs, no pueden impedir que a las 09:02 hs se estrelle el segundo avión. Finalmente, y ya en vano, llegan a las 09:11 hs.

En suma: desde que se dio la alarma ( y no olvidemos que el primer avión ya había impactado en la Torre Norte) transcurrieron casi 20 minutos.

Así y todo, por alguna siniestra razón, otra vez, los cazas no emplearon todas sus capacidades y no llegaron a tiempo. Entonces ¿qué falló?. No podemos pensar en un error, dado que no por nada Estados Unidos invierte tanto millones en defensa militar. Además era el segundo vuelo, tenían tiempo …

No debería albergarse dudas de lo que ocurrió el 11 de septiembre del 2001. Hubo un ataque terrorista, eso es indiscutible. Pero estuvo escalonado desde el interior del Estado Norteamericano, donde salieron muchos beneficiados. No sólo obtuvieron “permiso” para la guerra en Medio Oriente bajo una hipotética amenaza – recuerden que hablaban de armas de destrucción masiva, armas que jamás fueron encontradas - terrorista, sino que violaron todo tipo de instituciones habidas y por haber e incluso a la propia población que no quiso plegarse en esta revuelta.

Pero los medios, eficaces como siempre, concienciaron a la gente. Y poco a poco fueron condicionándose a creer lo que día tras días decían. La amenaza de Ántrax sólo sirvió para revolver el avispero y el temor, puntilloso, se instaló en los corazones de la población. De ahí en más no había que dudar de la “versión oficial”. Hacerlo sería una acción de “mala fe” y atentaría contra “ El faro más brillante de la Libertad y el Progreso del mundo”.

Y no debo ni quiero decir que no hubo terrorismo, ni que podría haber estado implicados muchos de los personajes detectados por el FBI (tal es el caso de Mohamed Atta y el grupo de Bin Laden). Pero todos ellos, se quiera o no, tuvieron un apoyo del Estado Norteamericano para concretar sus siniestros fines.

Además, se antepone algo lógico. Un hombre como Bin Laden, que planea minuciosamente el atentado más impresionante de la historia, que toma medidas para que todo salga a la perfección ¿No esperó un contraataque de su enemigo, no previó que su atentado haría bullir el celo Norteamericano?. Claro que lo previó, pero en sus planes estaba cotejado que jamás sería apresado (además no olvidemos que los sobres con Ántrax fueron toda su “artillería” pesada). Y así dejó, -de igual modo que a él- las puertas abiertas al imperio del Petróleo.

Este es el retrato, resumido y directo, de lo que ocurrió aquel 11 de septiembre en que la historia dio un sacudón. Y, como vemos, las ansias de poder del hombre no se debilitan con nada, sigue conquistando, sigue llenándose los bolsillos a costa de inocentes e ingenuos.
Algunas de las imágenes del “gran faro del mundo”. Han generado repulsas y protestas en todo el mundo. ¿No son suficientes para que los defensores – ocultos en agrupaciones escépticas, y de pésima calidad- del gobierno de Bush callen, y lo hagan para siempre? Se escudan diciendo que es una ofensa a las víctimas del 11 de septiembre, y yo me pregunto ¿ es que estas otras no son víctimas de la misma injusticia y el uso desmesurado del poder?
Sólo sé algo: Usted y yo somos responsables de la injusticia. Porque hemos sido ciegos aunque nacimos con ojos. Porque hemos callado aunque tenemos lengua. Porque las banalidades reinantes y la superficialidad de las cosas captan nuestra atención cuando no deberían hacerlo. Que llegué a quien tenga que llegar.

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